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El dolor de Rosita al ver a su tía Catalina y a sus cuatro primos «en bolsas de basura»

El Gobierno de Armengol tuvo que levantar parte de un cementerio en Formentera para encontrar a 58 represaliados de la Guerra Civil, pero cerró las fosas en abril sin devolver a los difuntos que no eran de la guerra. El gobierno local niega el ‘olvido’ y habla de «retraso por vacaciones»

«Un día pasé por delante del cementerio, vi que habían abierto las fosas y que habían sacado a todos nuestros difuntos». Así se enteró Rosita Ferrer de que bajo de los restos de la tía Catalina, y de sus primos Mariano, María, Jaime y de su esposa Lina, se buscaba a los 58 represaliados del franquismo que murieron en el centro penitenciario de Es Campament, en la isla de Formentera, a principios de los años 40 del siglo pasado.

Pero lo peor para Rosita vino después, cuando se enteró de que la Sociedad de Ciencias Aranzadi, la empresa encargada por el Gobierno balear de la socialista Francina Armengol para hacer los trabajos, había acabado su tarea, se cerraron otra vez las fosas y dejaron a la tía Catalina y a los cuatro primos de Rosita «en bolsas de basura». ¿Dónde? En un espacio sin techo en el que el sepulturero de Sant Francesc guarda las herramientas. «Y lo sé porque vi las bolsas», clama Rosita, quien hoy camina por el pequeño solar en el que se ha convertido los que antes eran las tumbas de su familia. Todos ellos nacidos y fallecidos en la isla, tras una vida dedicada a la pesca, y como amas de casa.

Encontrar a los 58 represaliados del franquismo que murieron en es Campament se convirtió en el proyecto estrella del Plan de Fosas del Gobierno balear para este final de legislatura. «Tenemos que continuar garantizando el derecho a la verdad, el derecho a la memoria y el derecho a la reparación y reconocimiento de las víctimas», aseguró el conseller de Memoria Democrática, Juan Pedro Yllanes, de Podemos, en la presentación de los trabajos.

«Si yo estoy de acuerdo en que se mire si encuentran a estas personas», dice Rosita, «pero que devuelvan a los que sacaron donde estaban otra vez, que no tienen culpa de nada». Lo que no entiende esta vecina de Formentera es que «ya que estaban abiertos los agujeros, por qué en vez de taparlos otra vez no volvieron a meter los restos dentro». Tampoco parece entenderlo el propio Gobierno balear, quien le pasa la pelota al Consell de Formentera, en manos también del PSOE.

Cuando se enteró del inicio de los trabajos, Rosita «de vez en cuando pasaba por allí». Hasta que un día se encontró «el cementerio abierto, las fosas tapadas y que no había nadie trabajando». Entonces se fue a por el responsable del camposanto: «»¿Es que hoy no trabajan?» Le pregunté. Y me dice, «no, mujer, pero si se marcharon hace meses». «¿Pero los van a volver a enterrar?» Y me respondió, «no es cosa mía, lo dejaron así»».

Rosita Ferrer tiene 73 años y está jubilada. Cuenta que durante los últimos años de vida de sus cuatro primos, ella fue la encargada de cuidarlos. «Simplemente tenía tiempo, me lo pidieron y lo hice», sin saber que también tendría que cuidarlos después de muertos, el último hace apenas 10 años. Cuando fue a preguntar al gobierno insular cuándo los devolverían a sus tumbas, le respondieron que «en el mes junio», y que la avisarían.

Pero los cinco familiares de Rosita no son los únicos que hubo que extraer para tratar de encontrar los cuerpos de los represaliados de Es Campament. De hecho fueron tantos que los huesos de los familiares se guardaron primero en cajas y bolsas en un pequeño cuarto del cementerio que antes servía de velatorio, pero en cuando se llenó hubo que meter al resto en el cuarto de herramientas del sepulturero, en una instalación sin techo y a merced de las inclemencias.

De las lápidas Rosita no sabe nada. De hecho ni siquiera sabe si los restos de sus primos están en el antiguo velatorio o en el cuarto de las herramientas. «Siento mucha rabia porque antes sabía perfectamente dónde estaban, y que eran ellos, y ahora no sé ni siquiera dónde están».

Mientras los restos de los represaliados encontrados en esta intervención salían de la isla para ser analizados en laboratorio, buscar a los familiares y empezar un largo rastreo a base de pruebas de ADN, los restos de Mariano descansan, supuestamente, en una bolsa en algún lugar del cementerio, a la vuelta de recuperar también su dignidad, meses después de ayudar después de muerto a recuperar la de otros.

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